Que Viva la Música

Yo soy de las rumberas firmes, de las propias, de las originales , de las que aguanta hasta el amanecer, de las que se quedan hasta el fin, hasta la última canción. Hasta que ponen la Rumba se acabó, o "es tarde, ya me voy, mi negrita me espera....hasta mañana".

Bailo hasta que me duele el cuerpo, las rodillas y las piernas. Siempre me quedo esperando a que pase algo, pensando que algo va a suceder antes de que amanezca.
Aunque nunca pase nada. Y siempre, claro, tengo cómplices, para la rumba como para el cine, se necesitan cómplices.

¡la Reina de la fiesta! La que mejor baila, la zandunguera, la que casi siempre se va por encima del nivel. Bailo con quien quiero y por eso ya lo pienso, dos, tres y hasta diez veces antes de salir de rumba.

La salsa es lo mío. Lo fue siempre. 
y no soy caleña. 
Aunque caribe soy , no aprendí en Cartagena. 
Aprendí en las fiestas de quince en Bogotá.

Aprendí a hacer el ocho en las fiestas de fin de año con mis vecinas santandereanas.

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Recuerdo la cara de mi amigo Mañe la primera vez que salimos a bailar, me miraba con sorpresa. No creía que la misma que, se vestía como monja mezclada con Mary Poppins, bailara así. El mismo Mañe descreído, que me recordaba a Andres Caicedo, y que tiempo después me llevaba a conocer los bailaderos en Cali.

Ahí fue cuando comencé mi doctorado en estas lides. La discoteca llena de gente y todos bailando sonido bestial como bestias.

Rumba pura pero sin sordidez, a mi no me gusta el trago, a mi me gusta es la pernicia, 
la andundería. 
La cheveridad.
 
Bailo salsa a lo cubano, a lo cartagenero, a lo caleño y a lo chocoano, eso sí, a lo paisa no me le mido pero distingo el saltadito guapachoso.
Dependiendo del parejo, doy vueltas, bailo pegadita, o llevo el ritmo del bajo con la cadera y abajo. No me sé los nombres de todos los cantantes ni todas las canciones.
Pero las bailo todas.

Y sí, 
en el único lugar donde me dejo dominar y me gusta que el hombre me guíe, es en la pista.